domingo, 7 de febrero de 2016

XII

Cuando los senderos se bifurcan para reencontrarse.
Alec Mendoza

Parte XII:

Como hemos indicado, desde 1935 los sionistas revisionistas de Jabotinsky estaban enfrentados con la política calificada de “derrotista” de las organizaciones oficiales del Yishuv, entonces crearon el segundo grupo paramilitar clandestino que se llamó Irgún, varios años antes, en 1920 Jabo ya  había fundado a la Haganá.  Cuando Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemania Jabotinsky y David Raziel el Comandante de Operaciones decidieron que el Irgún renunciaba a la lucha armada contra los británicos para sumarse a la guerra contra los nazis, un pequeño número de sus miembros bajo el comando de Abraham Stern, alias “Yair”, se escindió del Irgún para continuar la lucha contra el Reino Unido.

Ese grupo minoritario en sus orígenes se autodenominó como Irgún beta y más tarde Leji,  etiquetado despectivamente como la “Banda de Stern” por las autoridades británicas y la Agencia Judía porque muchas acciones fueron asaltos a entidades bancarias de Tel Aviv y de Jerusalén matando e hiriendo a los guardias y a los empleados bancarios, la mayoría de las víctimas eran judíos.

Las autoridades británicas en Palestina se dedicaron a buscar activamente a Stern y lo encontraron en febrero de 1942 en un apartamento de Tel Aviv donde vivía bajo el nombre de Abraham Hermoni  y lo mataron a tiros.  Esta es la versión judía, basada en el testimonio de una mujer que estaba en el piso, la Policía británica afirmó que Stern saltó y se lanzó por una ventana en un intento por escapar, fue cuando los británicos le dispararon, “Yair” tenía dos granadas en sus bolsillos, seguramente para inmolarse y evitar  ser capturado. Sus compañeros juraron que lo vengarían y lo cumplieron.

Shlomo Ben-Ami, en “Cicatrices de guerra, Heridas de paz” Barcelona, Ediciones B, 2006, p. 17 dice: “Las condiciones para la formación del Estado judío en Palestina se vieron favorecidas por una serie de factores: el apoyo que recibió el sionismo por parte de Gran Bretaña con la Declaración Balfour, las importantes inmigraciones que ocurrieron en los años del Mandato; la venta de tierras por parte de algunas familias palestinas y, posteriormente, la desaparición de las instituciones y de los líderes palestinos como consecuencia de la represión británica después del levantamiento de 1936. El Alto Comité Árabe fue disuelto en 1939 por la autoridad del Mandato y el Mufti de Jerusalén tuvo que exiliarse, dejando sin dirección al Consejo Supremo Musulmán”. 

Ben Ami agrega: “el sionismo era un movimiento de conquista, colonización y asentamiento al servicio de una causa nacional justa, pero autoindulgente y con complejo de superioridad”, y agrega, “los sionistas acudieron a Palestina con intenciones idealistas, pero el Estado judío iba a afirmar su derecho inalienable por la lógica de la fuerza”. 

Después de la ocupación, el proceso se aceleró rápidamente bajo la protección de la potencia colonial. Durante este periodo los sionistas insistieron en que se denominara oficialmente a Palestina la “Tierra bíblica de Israel”. Las autoridades del Mandato Británico concedieron el uso de “Eretz Yisrael” (la “Tierra de Israel”) tras el nombre de Palestina en todos los documentos oficiales, moneda, sellos, etc. Lo señala Nur Masalha en “The Palestine Nakba: Decolonising History, Narrating the Subaltern and Reclaiming Memory (2012)”.

Dice Abba Eban, “El progreso hacia un hogar nacional judío había, sido notable desde 1918. Aunque la mayoría de la población judía era urbana, el número de colonias rurales sionistas había aumentado de 47 a alrededor de 200. Entre 1922 y 1940 la tierra judía había aumentado de 60.100 a 155.200 hectáreas que constituían aproximadamente una séptima parte de la tierra cultivable. La población judía había crecido de 83.8000 a 467.000, es decir, casi un tercio de una población total. Tel Aviv se había convertido en una ciudad totalmente judía de 150.000 habitantes, y cientos de millones de dólares de capital judío habían sido introducidos en la región. La tasa de alfabetización judía era alta, las escuelas se estaban expandiendo y el dominio del idioma hebreo se había generalizado.  A pesar de la escisión en 1935 entre los sionistas de la línea oficial y  los sionistas revisionistas, que abogaban por el uso de la fuerza para establecer el estado sionista, las instituciones sionistas en Palestina se hicieron más fuertes y durante los años 30 ayudaron a crear las condiciones previas para el establecimiento de un estado judío. " Abba Eban, Heritage, “Civilization and the Jews”, Tel Aviv, Steimatzky, 1984, p. 249.

Es notable que durante los años de la Segunda Guerra la comunidad judía en Palestina fue muy fortalecida. La totalidad de las empresas de servicios públicos (agua, electricidad, puertos, transportes ferroviarios, viales, marítimos, aéreos y las comunicaciones de prensa escrita, radio, teléfonos y correo) tenían en los puestos de dirección y mantenimiento a judíos. En septiembre de 1944 se formó la Brigada judía con mando judío, un total de 27.000 judíos palestinos fueron alistados en las fuerzas británicas, muchos  sirvieron en el octavo ejército. A partir de 1938 la industria judía recibió un inmenso impulso, y los clandestinos talleres de municiones de la Haganá fueron perfeccionados para la fabricación de minas antitanques y otras armas para las fuerzas británicas.


 La guerra como las ya inocultables noticias sobre el Holocausto impulsó a la Agencia Judía a acelerar los planes para establecer un estado judío en Palestina, para lograrlo había que aprovechar rápida y hábilmente las nuevas oportunidades que se presentaban.


Continúa






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